La materia me permite hablar del tiempo.

En la textura hay memoria; en la grieta, verdad. Cuando trabajo con arenas, relieves o pigmentos, siento que excavo en lo invisible: cada capa guarda una huella, un rastro de lo vivido.

Pinto matéricos porque necesito tocar la pintura, construirla, hacer que el color se vuelva cuerpo.

Cada superficie es una piel donde la historia queda grabada, donde lo imperfecto se convierte en lenguaje.